Síndromes geriátricos: qué son y por qué ocurren. Una guía práctica desde Ecosistema SInior
A medida que envejecemos, pueden aparecer ciertos problemas de salud que no son enfermedades específicas, sino condiciones complejas que afectan al funcionamiento y bienestar general de las personas mayores.
A estos los llamamos síndromes geriátricos.
Entenderlos es fundamental para detectarlos a tiempo, actuar con calma y ofrecer un acompañamiento adecuado, tanto para la persona mayor como para sus cuidadores y familias.
En Ecosistema SInior queremos ayudarte a reconocerlos y saber qué hacer en cada caso.
¿Qué son los síndromes geriátricos?
Son condiciones multifactoriales, es decir, que no tienen una sola causa, sino que surgen por la combinación de varios factores:
- Cambios propios del envejecimiento,
- Enfermedades crónicas,
- Fragilidad física,
- Uso de múltiples medicamentos,
- Factores psicológicos o sociales.
Pueden afectar la movilidad, la memoria, el ánimo, la nutrición y la autonomía general.
No son “normales” de la edad, pero sí frecuentes y tratables si se detectan a tiempo.
Principales síndromes geriátricos
- Delirium o confusión aguda
Es un estado de desorientación repentina, fluctuante y reversible.
Puede aparecer por infecciones, deshidratación, hospitalizaciones, fiebre o medicamentos.
Señales:
- Confusión,
- Irritabilidad o somnolencia extrema,
- Dificultad para reconocer lugares o personas,
- Cambios bruscos de conducta.
Es una emergencia médica y requiere atención inmediata.
- Deterioro cognitivo y demencia
Afecta la memoria, el lenguaje, la capacidad de planificar y tomar decisiones.
Señales iniciales:
- Olvidar citas o conversaciones,
- Perder objetos frecuentemente,
- Cambios en el carácter,
- Dificultad para realizar tareas cotidianas.
El diagnóstico temprano permite planificar, acompañar mejor y retrasar la progresión.
- Fragilidad
Es un estado de vulnerabilidad física que aumenta el riesgo de caídas, hospitalizaciones o pérdida de autonomía.
Señales:
- Pérdida de peso involuntaria,
- Debilidad muscular,
- Lentitud al caminar,
- Agotamiento frecuente.
Se puede mejorar con actividad física adaptada, buena nutrición y apoyo social.
- Caídas y problemas de equilibrio
Son muy frecuentes y pueden generar complicaciones como fracturas, miedo a moverse o pérdida de independencia.
Factores de riesgo:
- Visión disminuida,
- Medicamentos sedantes,
- Falta de ejercicio,
- Ambientes con obstáculos,
- Problemas neurológicos.
La prevención es clave.
- Trastornos del sueño
Incluyen insomnio, sueño fragmentado o apnea del sueño.
Impactos:
- Cansancio diurno,
- Irritabilidad,
- Problemas de memoria,
- Mayor riesgo de caídas.
- Desnutrición o pérdida de apetito
Muchas personas mayores comen menos por problemas dentales, depresión, medicamentos o soledad.
La malnutrición afecta músculos, sistema inmune y energía.
- Incontinencia urinaria o fecal
Es más frecuente con los años y puede generar vergüenza, aislamiento o infecciones.
No es “normal” de la edad y tiene múltiples tratamientos.
- Úlceras por presión
Aparecen cuando la persona pasa largos periodos en cama o en silla.
Se previenen con movimientos frecuentes, hidratación y cuidado de la piel.
¿Por qué aparecen los síndromes geriátricos?
Algunas de las causas más comunes son:
- Envejecimiento natural del cuerpo
- Enfermedades crónicas no controladas
- Polifarmacia (uso de varios medicamentos a la vez)
- Aislamiento social
- Falta de actividad física
- Problemas nutricionales
- Hospitalizaciones recientes
- Cambios emocionales o estrés
Por eso requieren una mirada integral y no solo resolver un síntoma aislado.
¿Cómo acompañar mejor a una persona mayor con síndromes geriátricos?
- Observar cambios durante el día: Cualquier modificación en conducta, apetito, movilidad o ánimo puede ser una señal.
- Consultar temprano: Muchos síndromes son reversibles si se detectan a tiempo.
- Ordenar medicamentos y revisar efectos: Algunos fármacos pueden causar confusión, caídas o somnolencia.
- Fomentar actividad física suave: Caminatas, ejercicios de fuerza adaptados y estiramientos.
- Mantener rutinas claras: Horarios para dormir, comer, tomar medicamentos y realizar actividades.
- Cuidar la hidratación y alimentación: Pequeñas porciones frecuentes ayudan mucho.
- Apoyar emocionalmente: Escuchar, conversar, compartir tiempo juntos reduce ansiedad y aislamiento.
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